jueves, 26 de junio de 2008

DOLINA, EL CAMPO Y EL VIEJO ODIO AL PERONISMO





"El del campo evidentemente es un problema sobredimensionado – dice –, que ha sido superado por otro asunto, y no es tan complicado de entender. Usted lo escucha a De Angeli y se da cuenta de que es uno de los mentores del pensamiento que hay detrás. Yo no veo mal que él defienda al campo, discrepo absoluta y terminantemente con él, pero no me parece mal. Ahora, que tengamos ocho o diez intervenciones por día de De Angeli me parece peligroso. Pero eso es la noticia. El punto central es el viejo odio al peronismo. Esto no es más que un episodio cualquiera que desata una cuestión sustantiva que se adjetiva a lo largo de la historia de distinta manera; en este caso se adjetivó con este conflicto: 'Estoy con el campo' pone un taxista en la luneta trasera del auto. Uno se imagina que debe ser ingeniero agrónomo, pero no, y no está con el campo.El cartel, en realidad dice: 'Soy antiperonista'.
Y peor todavía, hay muchos tipos que se suben al reclamo del campo para reclamarle al Gobierno otras cuestiones; el tipo que salió a cacerolear o el que escribió 'volvé, Videla' estaban esperando que alguna especie de estallido viniera a justificar su manera de sentir. Nadie opina con inteligencia, y muchas veces la inteligencia, antes que nada atenúa el encono."

sábado, 21 de junio de 2008

La política en manos de la oposición mediática


Por Nicolás Casullo

Se habita un tiempo donde lo mediático roba casi todo lo real de la realidad. La carencia de ideas y programáticas de una oposición política no constituida definidamente, provoca que esta ausencia haya sido reemplazada, cooptada, tal vez casi de manera definitiva, por la lógica de la información de masas (movilero, locutor, entrevistador, periodista analista). Una lógica mucho más eficaz, y con sello de época, en la trama de la sociedad, donde los medios en su “no hacer política” hacen la sustancial política diaria que confirmaría la imprescindible muerte de la política, dejada atrás como lo zángano y corrupto en la vida de los argentinos.

Una lógica periodística del slogan, de la frase compactadora, del título fuerte, del copete “síntesis”, del dato gancho, del impacto efectista, del hallazgo ocurrente, del reduccionismo de corte publicitario “en tres palabras”. Una lógica de la trasmisión diaria en cadena de todos los informativos. Una lógica mediática bandolera, cuyo oficio totalizante ha devenido desvalijar los hechos centrales, quitar del medio los sentidos que importarían ver debajo de la hojarasca, sustraer los significados. Cumplir entonces puntillosamente el repertorio conservador, reactivo y antipolítico del statu quo permanente, mientras se almuerza con Mirtha Legrand: un sentido común esparcido, siempre logrado, que el dominio entre bambalinas del país y las apetencias del mercado capitalista necesitan para explicar el mundo. Todo se “compra”, todo se “vende”. Por lo tanto lo único cierto es “el mercado”. La mercancía informativa expone un supuesto mundo a su imagen y semejanza, como lógica que rotula y marca tecno-masivamente a la ciudadanía.

Ejemplo uno de atraco mediático. La Presidenta dijo en la Plaza: “desde una corporación, cuatro personas a las que nadie votó, a las que nadie eligió, se reunían, deliberaban, decidían y comunicaban al resto de los argentinos quién podía andar por las rutas del país y quién no”, significando que ningún sector o instancia civil puede asumirse ese poder, salvo el Estado y el gobierno elegido por voto, que puede plantearse esa acción interruptora bajo conmoción o conflicto grave interno y externo, o en circunstancias excepcionales de un orden amenazado. Los grandes medios gráficos, radiales e informativos concentrados, transformaron sin embargo inmediatamente esa frase sobre los representantes del agro, en: “cuatro personas a las que nadie votó”, como si la Presidenta ignorase algo que sabe hasta el menos avezado de los ciudadanos: que efectivamente fueron votados, gremialmente, para gobernar las normales tareas de cada asociación. Pues bien, sobre esa falacia extrema de poda mediática, se montó el mayor sintagma explicativo de las últimas 72 horas para recalentar las aguas del conflicto.

Ejemplo dos de sustracción mediática. Durante estos cien días y pico de dura protesta que planteó el lockout agrario, un acontecimiento extraordinario superó al resto de las noticias, de los datos, cifras, diferencias y voces. Y ese suceso fue el corte de rutas o tractorazos permanentes que asolaron el país, lo desabastecieron de alimentos, suministros y libre paso de la gente, hasta alcanzar grados de caos y de sociedad “en abismo”. Pues bien, en todo este lapso no hubo ni varios programas, ni los necesarios, ni un solo programa (desde los medios de masas más concentrados y de buena audiencia) que se haya dedicado exclusiva y totalmente a tratar, señalar, reflexionar y condenar con pelos, argumentos, señales, voces y comentaristas esta producción reaccionaria sobre la escena nacional: el país cautivo por los “buenazos mateadores” de las banquinas. Por el contrario, el accionar mediático provocó una inmensa platea social, para la cual ese dato vertebral y nocivo a una institucionalidad democrática con su régimen de partidos, fue absolutamente naturalizado, neutralizado, aceptado, velado en los reales sentidos que portaba de violencia, autoritarismo y brutalidad anticomunitaria.

Qué te digo cuando te digo

Tanto uno como otro ejemplo de manipulación mediática (entre otros) que involucran nada menos que la palabra presidencial y la operatoria anticiudadana mayor de estos tres meses, grafican claramente el estado mental y de conciencia de gran parte de los argentinos, en cuanto a saber de qué se tratan las cosas, que está sucediendo en su país, qué está en juego en los desacuerdos, y qué representan los diversos actores de la escena.

Puede decirse entonces, como perspectiva de comprensión de la crisis nacional, que la posibilidad de avance hoy de un gobierno democrático institucional (que se autoidentifique con amplios sectores populares sufriendo distintos grados de injusticia y postergación de sus derechos sociales) pasa también y de manera cada vez más acuciante por una instancia de desmontar diariamente un orden que cuenta las cosas (para la probabilidad de modificar tales cosas).

Una contienda que sin duda no remite a ninguna Secretaría de Cultura ni a un Ministerio de ciencia pensado casi exclusivamente para la tecnoindustria, sino que remite a la pura política actuando culturalmente, en estado de constante actualización de sus concepciones de masas, hacia las masas y con las masas. Teniendo en cuenta que la disputa neurálgica en nuestra democracia –en un mundo como el actual bajo dinámica transcultural de derecha– es quebrar constantemente disposiciones interpretativas dominantes. Querellar un orden de los imaginarios en cada coyuntura. Expropiar dimensiones simbólicas de masas educadas y formadas por los propios adn del sistema de alienación en su edad audiovisual expandida. Compenetrarse del clásico, y para algunos superado, tema de las ideologías y de las clases sociales, tal cual enseñaban los libros marxistas tan vendidos en la calle Corrientes años atrás.

En la Argentina de estos días se evidencia que el debate por los significados es una lucha comunicacional de masas donde se juega suerte y destino de cada política. Algo similar sucede en América latina. La época democrático popular y todas las izquierdas necesitan un nuevo ensayismo de análisis y de masas cotidiano, que amalgame herencia de sociólogos, de periodistas, de nietos de Jauretche, de intelectuales y cuadros políticos que digan y disputen palmo a palmo conciencias ciudadanas demasiado golpeadas y desorientadas en la última década. Desenredar a las palabras del astuto pastiche mediático de cada jornada. Tratar de llevarlas a un sitio donde les dé de vuelta el aire y las refresque.

Hoy esas palabras, y las definiciones que componen, no muestran. Esconden. Cuando en la “gran radio y la gran TV” se dice tan ecuménicamente “dialogar” se está diciendo en realidad quitar las retenciones. Y cuando se dice pastoralmente “pacificar”, o “buscar la unión de todos los argentinos”, se dice también y solamente quitar las retenciones. Y cuando se hace referencia a un Parlamento con mayoría oficialista por una cuestión de votos, se dice “escribanía para la firma”, “mano de yeso”, o se postula como nueva “calidad democrática” una increíble cámara de legisladores desagregada en “cientos de posturas” cada una por su lado como “las miles de historia de la ciudad de San Francisco” protagonizada por Karl Malden en los ’70.

La “objetividad” mediática

Los medios de comunicación imponen su bestial “diagrama institucional” bajo una horma de mercado que hoy reina soberana. Implantan su matriz de acuerdo a la programación emisora, su valor de lo que sería democracia, la virtud de un votante apolítico que en realidad no debe saber ni siquiera a quiénes elige cuando elige, porque debería votar átomos “libres” de compromisos partidarios. En esa misma dimensión mediática y formativa del espíritu (como dirían los idealistas alemanes del XIX) se organiza un mensaje a repetición con muy pocas variaciones: los gobernadores e intendentes que estructuran la política son todos “rehenes o secuaces de la chequera”, las concentraciones populares son “mercenarios a cincuenta o cien pesos por cabeza”, el Estado de nuestra democracia “una máquina que le está metiendo las manos en los bolsillos a usted señor oyente todos los días”, la adhesión de Hebe de Bonafini a Cristina Fernández “cinco palos puestos sobre la mesa”, y la Presidenta “una secretaria de Kirchner”.

Se asiste diariamente a la desmembración ideológica de lo democrático desde la absoluta irresponsabilidad de los dueños del mensaje, una suerte de aquelarre mediático disolvente de todo valor, y donde no existe propuesta alternativa ni referente ni el menor asombro ante cualquier cosa: estadio societal plausible de ser simbolizado con la pregunta con que Marcelo Bonelli inicia su entrevista con Elisa Carrió la semana pasada en A dos voces de TN: “¿Y doctora, el Gobierno sigue robando?”. O el comentario de un periodista de Radio Mitre a la tarde, Marcelo Moreno, que luego de una entrevista que me hace un programa, de escuchar mis reflexiones críticas al agro, y de cortar la comunicación, cerró el reportaje diciendo al aire: “cuando escucho a este tipo de intelectuales tengo ganas de vomitar”.

Es indudable que en el campo de la contienda política por el significado de los hechos, y sus consecuencias, es donde el Gobierno viene perdiendo terreno en manos de un poder que desgasta, desvaloriza, deslegitima, sin dar cuenta de sus emisiones y sin que nadie le pida cuentas políticas de sus responsabilidades e intereses en los marcos del conflicto. Más allá de sus errores, que los tiene abundantes en la crisis del agro, ése es el dato del presente democrático argentino: si el Gobierno no asume este desafío con el despliegue de todos sus recursos humanos, su proyecto democrático carece de la consistencia persuasiva que la época exige.

PAGINA 12- SÁBADO 21 DE JUNIO DE 2008

domingo, 15 de junio de 2008

EL DESAFIO DE TOLERAR LA VERDAD




EL DESAFIO DE TOLERAR LA VERDAD


Me pareció un aporte interesantísimo la infografía de La Nación, del 10 de junio, en la cual se contabilizan las palabras del discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero a esos globitos le faltaría una interpretación. Si bien yo no soy un especialista, me parece prudente aclararlo, se puede efectuar una interpretación de esos datos desde una perspectiva similar a la del método ADL, el Algorritmo David Liberman, que fue elaborado por el Doctor David Maldavsky, en honor a su maestro y mentor David Liberman.
La palabra más citada fue “argentinos”, con 30 menciones; seguida por “días” con 12. Una primera lectura, el problema y el discurso presidencial es de todos y para todos los argentinos y es un asunto urgido y marcado por su contexto temporal, es un asunto de “días” argentinos, meses argentinos.
Le siguen a éstas, la redistribución / redistribuir con 9, citada en igual cantidad de veces que la palabra “Ingreso”. Casualmente el eje del discurso y del planteo del gobierno, se basó en remarcar la forma en la que se distribuye el ingreso de los argentinos. ¿Quién lo hace, digo quien distribuye? En el contexto el discurso aludió 7 veces a la palabra “Sector”, y a éste le habría pedido 4 veces “responsabilidad” ante su “rentabilidad”, también citada 4 veces. Lo que el discurso deja en claro es que la redistribución de las riquezas (palabra que no se usó nunca) le corresponde a la “Presidenta”, palabra que figura en 6 oportunidades, y es ella quien distribuye a “ustedes” 6 veces; a los “compatriotas”, “municipios” y “hospitales”, todos ellos con 4 menciones, y también a las “provincias”, con 3 menciones, “amigos” con 2 menciones y “amigas” con 1 cita.
El texto fue muy equilibrado y evidenció una simetría entre el mensaje global y su disociación por recurrencia a términos. Hay pocos guiños en contra de la intención manifiesta de la Mandataria. Se encontró claramente dirigido a marcar el espacio que tiene lo “social”, usada 8 veces; la “crisis” –con 5 menciones-; la “pobreza”, como resultante de la misma, con 4 citas. “Problemas” aparece 3 veces, al igual que “caminos”, y podemos decir que quien construye una solución construye caminos para ello.
En un juego azaroso, podríamos arriesgar que el mensaje no sería otro que: para los argentinos, en estos días, el ingreso debe ser redistribuido, priorizando lo social, así lo estima la Presidenta, para ustedes, no solo para los de un sector, sino para todos los compatriotas.
A ver si nos entendemos, durante estos días se dijeron en varios lados apreciaciones de todo tipo sobre los “anuncios” de la Presidenta Cristina Fernández, repito sobre los “anuncios” del PEN, poco se dijo sobre el discurso. Este espacio que aquí dedicamos precisamente es un ejercicio reflexivo sobre el “discurso”, sobre el metamensaje y la estructura interna del mismo. Incluso para los que estén en contra de los anuncios, lo que queda en evidencia a partir del método ADL, es que el texto se caracteriza por un equilibrio interno entre el mensaje global y su disociación en partes.
Le sugerimos a cualquiera de ustedes, amigos de todos los días, que tomen el discurso de alguno de los dirigentes agrarios, cualquiera, el que les guste más o el que les guste menos, y efectúen el mismo trabajo, cuenten las palabras disparadoras, y contrástelas con el mensaje global del mismo. Tolerar la verdad a veces es todo un desafío.
Fuente: informereservado. com